viernes, 13 de julio de 2018

Arqueología Lectora: Artículos de costumbres de Mariano José de Larra

Desde hace varias semanas estoy ordenando los libros de mi Padre. Eran libros muy queridos para él. Algunos eran de su Padre, otros de su Tía. Llevaban años guardados en cajas. Ubicados aquí y allá, siempre estaban estorbando, en mitad del camino. La verdad es que me daba pereza la tarea de ordenarlos.
Desde que mi Padre nació al cielo me entristece ser la persona encargada de ordenar estos libros. No puedo tirar ninguno, no puedo regalar ninguno y en su mayoría,  no puedo leerlos porque sus autores no son de mi agrado.
Afortunadamente, encontré un par de libros especiales. Al sostener estas palabras, quiero decir que, realmente son especiales. Son viejísimos, maltratados por el tiempo, No valen ni un dólar A muchos libros he tenido que coserles y pegarles las tapas. Sin embargo, ofrecen  fantásticas historias, poesías y remembranzas del siglo XVIII al siglo XX. Jamás pensé recomendar la lectura de uno de ellos. Pero, cuando los tuve en mis manos aprecie sus detalles.
El libro, cuya lectura recomiendo en este post es “Artículos de costumbres” de Mariano José de Larra.
Larra es un español del Club de los veintiocho -  nació en 1809 y murió en 1837- , una joyita,  cuya niñez floreció entre Francia y España. Imagino cuan exótico puede resultar Mariano José para un lector de Rusia o de Singapur. 
Yo también siento las alas de esas mariposas revoloteando en mi estomago.
“Mariano José de Larra es valor más permanente, más vivo y más actual de todo el Romanticismo español. Su sostenida actitud de inconformismo y rebeldía será siempre una lección, cualesquiera sean las circunstancias en que se acuda a su magisterio, y son numerosísimas las páginas de sus escritos que no han perdido un solo átomo de vigencia”, afirmo en su momento Juan Luis Alborg
Verán, Larra tuvo una infancia solitaria. Sin Madre y en Francia, escribía en francés. Una vez que regresó a casa, su castellano se hizo fuerte. Para peor, Mariano José de Larra no es ni por asomo un español de manual, obediente del Rey, Dios y la Patria.
Azorín se refería a Larra en estos términos; “influencia – ésta decisiva- del padre  sobre el niño y el adolescente; el padre es un tipo curioso; estrafalario, leído, culto (…) afrancesado con José Bonaparte; expatriado en Francia, tornado con la amnistía a España.”
No eran Padre e Hijo algo que pueda llevarse en brazos con facilidad. En un libro de mi adolescencia con misa y noviciado, encontré al mismo Larra explicando su situación: “Escribir, como Chautebriand y Lamartine, en la capital del mundo moderno, es escribir para la Humanidad, digno y noble fin de la palabra del hombre, que es dicha para ser oída. Escribir como escribimos en Madrid es tomar una apuntación, es escribir en un libro de memorias, es realizar un monologo desesperante y triste para uno solo. Escribir en España es llorar“.
Incomprendido y romántico, nuestro amigo Larra. Leamos su obra y burlémonos del esnobismo, la mediocridad y la tontería del siglo XIX junto a Él. El Hombre escribió para nosotros. Estaba adelantado a su tiempo. No lo dejemos en soledad. La Vida No tiene porque ser una Herida Absurda, aunque el tango diga lo contrario. . .

Lía Olga Herrera Soto

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