Durante la Primera Guerra
Mundial también conocida como la Gran Guerra se enfrentaron las potencias
industrializadas por el dominio del mundo. Las Potencias centrales - Alemania,
Italia y el Imperio austro-húngaro - conformaron la Triple Alianza. Estas potencias estaban en la encrucijada
debido en parte a diversidad cultural, religiosa y lingüística, por un lado y a
la injusticia social, el autoritarismo y el surgimiento del nacionalismo, por
el otro.
Rusia, Francia y Gran
Bretaña, en cambio, supieron resolver las disputas coloniales. El desastre fue
sufrido por los pueblos colonizados en Asia y África. El “hombre blanco” supo hacer sentir la brutalidad de su dominio. Gran
Bretaña, Francia y Rusia respondieron a la Triple Alianza conformando la Triple
Entente.
Cuando el 28 de junio de
1914, el heredero del Imperio austrohúngaro y su esposa fueron asesinado en Sarajevo por Gavrilo
Prinzip, la suerte estaba echada.
Los países, pensando en una
victoria fácil, enviaron a varias generaciones de sus mejores hombres a morir
al frente de combate. La Guerra se alargo de modo atroz. Entonces, los
gobiernos necesitaron de la propaganda para estimular de alguna forma la
belicosidad de sus pueblos.
La manipulación fue necesaria
porque las familias, despedazadas por la contienda bélica, habían cambiado de opinión.
Nadie quería ver morir màs jóvenes.
Los altos mandos y sus
políticos aliados tuvieron que recurrir a los medios de comunicación para que
el descontento no estallara en sus manos.
London Opinion, una revista
muy querida por los lectores, publicó una caricatura de lord Horatio Herbert
Kitchener, ministro de Guerra británico. Fue al comienzo de la batalla del
Marne. Kitchener decía: “Tu país te
necesita” y señalaba al lector con
su dedo enguantado.
En la actualidad, Lord
Horatio Herbert Kitchener es una figura mítica. Muchos historiadores europeos
lo consideran el artífice de la victoria aliada. Uno de sus mayores logros fue
convencer de enlistarse a miles de jóvenes.
Figuras literarias como
Arthur Conan Doyle y Rudyard Kipling trabajaron para el gobierno británico. Su
labor consistía en escribir asegurando a sus lectores que la justicia y
rectitud de sus gobiernos vencería a la inhumanidad de sus enemigos.
Las labores de persuasión
fueron el huevo de la serpiente. Los germanos
escribían en sus periódicos que
los aliados reclutaba “salvajes de tribus primitivas” para invadirlos y
destruir a la civilización europea.
Adolfo Hitler, soldado
durante la Primera Guerra Mundial, tomo aquellos argumentos para destruir a
medio mundo durante la Segunda Guerra Mundial.
Lía Olga Herrera Soto
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