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lunes, 16 de julio de 2018

La propaganda en la Gran Guerra


Durante la Primera Guerra Mundial también conocida como la Gran Guerra se enfrentaron las potencias industrializadas por el dominio del mundo. Las Potencias centrales - Alemania, Italia y el Imperio austro-húngaro - conformaron la Triple Alianza.  Estas potencias estaban en la encrucijada debido en parte a diversidad cultural, religiosa y lingüística, por un lado y a la injusticia social, el autoritarismo y el surgimiento del nacionalismo, por el otro.
Rusia, Francia y Gran Bretaña, en cambio, supieron resolver las disputas coloniales. El desastre fue sufrido por los pueblos colonizados en Asia y África. El “hombre blanco” supo hacer sentir la brutalidad de su dominio. Gran Bretaña, Francia y Rusia respondieron a la Triple Alianza conformando la Triple Entente.
Cuando el 28 de junio de 1914, el heredero del Imperio austrohúngaro y su esposa  fueron asesinado en Sarajevo por Gavrilo Prinzip, la suerte estaba echada.
Los países, pensando en una victoria fácil, enviaron a varias generaciones de sus mejores hombres a morir al frente de combate. La Guerra se alargo de modo atroz. Entonces, los gobiernos necesitaron de la propaganda para estimular de alguna forma la belicosidad de sus pueblos.
La manipulación fue necesaria porque las familias, despedazadas por la contienda bélica, habían cambiado de opinión. Nadie quería ver morir màs jóvenes.
Los altos mandos y sus políticos aliados tuvieron que recurrir a los medios de comunicación para que el descontento no estallara en sus manos.
London Opinion, una revista muy querida por los lectores, publicó una caricatura de lord Horatio Herbert Kitchener, ministro de Guerra británico. Fue al comienzo de la batalla del Marne. Kitchener decía: “Tu país te necesita” y  señalaba al lector con su dedo enguantado.
En la actualidad, Lord Horatio Herbert Kitchener es una figura mítica. Muchos historiadores europeos lo consideran el artífice de la victoria aliada. Uno de sus mayores logros fue convencer de enlistarse a miles de jóvenes.
Figuras literarias como Arthur Conan Doyle y Rudyard Kipling trabajaron para el gobierno británico. Su labor consistía en escribir asegurando a sus lectores que la justicia y rectitud de sus gobiernos vencería a la inhumanidad de sus enemigos.
Las labores de persuasión fueron el huevo de la serpiente. Los germanos  escribían en sus periódicos  que los aliados reclutaba “salvajes de tribus primitivas” para invadirlos y destruir a la civilización europea.
Adolfo Hitler, soldado durante la Primera Guerra Mundial, tomo aquellos argumentos para destruir a medio mundo durante la Segunda Guerra Mundial.

Lía Olga Herrera Soto

lunes, 19 de junio de 2017

Arqueología Lectora: Nicolás II, el último Zar de Dominic Lieven

Editorial El Ateneo nos sorprendió en 2006 con la obra Nicolás II, el último Zar de Dominic Lieven porque el autor en su calidad de “gran conocedor del zarismo” no hace otra cosa que “defender al Buen Zar”.
En el Centenario de la Revolución Rusa es bueno ver que opinan los que defienden al zarismo, olvidando los abusos y la “atadura a la Tierra” de millones de campesinos a los que nunca se les reconoció Derecho Humano alguno.
¿Cómo negar la corrupción, el autoritarismo y la locura de una edad sin Justicia? ¿Cómo negar los abusos cometidos a su vez por quiénes curaban “luchar” por la Humanidad?
Si la revolución triunfo no fue por la existencia de Lenin con “líder indiscutido” sino que, millones de personas decidieron decir “hasta aquí llegó nuestro Amor”.
Lenin fue el gran interprete de esa marea Humana que buscaba lo mejor para sus Hijos y para su Amada Patria. Los crímenes de Stalin no pueden cambiar la Valentía de la llamada Revolución Rusa, ni su sed de Justicia y Libertad.
En cuanto al autor Dominic Lieven, he de decir que desde 1979 se desempeñó como docente de la London School of  Economics, dio conferencias en la Universidad de Harvard y fue investigador contratado de la Universidad de Tokio.
Nicolás II, el último zar  cuenta con la excelente traducción de Gabriel Ventureira.
Esta obra de 384 páginas, comprendida en diez capítulos, puede ser muy polémica si Usted sabe que sucedió en 1917. Pero, si es un lector de best sellers menor de treinta años va a pensar que toda la culpa era de Rasputín, que no era un Santo, y sin embargo, no era el único con esa condición.

Lía Olga Herrera Soto

viernes, 12 de mayo de 2017

La Economía en la Primera Guerra Mundial


Francisco Fernando, archiduque y heredero de la corona austrohúngara fue asesinado junto a su esposa Sofia, en Sarajevo.
El atentado perpetrado el 28 de junio de 1914 por Gavrilo Princip  tenía por objetivo acelerar la creación de la Gran Serbia.
Princip era partidario de la organización secreta Mano Negra. Esta organización quería reunir a todas las poblaciones eslavas  en poder de los Habsburgo en una sola Nación.

Mano Negra no logró sus objetivos. Todo lo contrario. Resultó ser el detonante de la llamada Gran Guerra. Entre 1914 y 1918 se enfrentaron en Europa diversas potencias en busca de la supremacía. 
La Triple Entente, alianza formada por franceses, británicos y rusos, se constituyó luego del reparto colonial de África y Asia. 
Las potencias centrales, Alemania, el Imperio Austrohúngaro e Italia, pretendían hacerse con el control de toda Europa.
Fue un desastre. En los primeros meses de 1914 todos los países implicados consumieron sus reservas.

En agosto de 1914 Francia tenía el 43% de desempleo. Las vías férreas estaban colapsadas por el desplazamiento de militares. Las municiones escaseaban y Francia como los demás países debió crear una industria de la guerra.
Se produjeron grandes cambios en las sociedades. Las mujeres tuvieron que ocupar el rol de los hombres desplazados en el frente.
Los militares insumieron grandes cantidades de  ropa, alimentos y calzado necesarios para la supervivencia de la población civil. En 1916, Londres ante la escasez de soldados, recurrió al enrolamiento forzoso de jóvenes. En todos los bandos comenzaron a rebelarse, fueron apresados y ejecutados muchos cientos de miles de desertores.

Todos los Estados beligerantes tuvieron que restringir la libertad del comercio, se amplió el control de cualquier actividad económica y se prohibió toda actividad sindical. Se aprobaron leyes parlamentarias mediante las cuales los gobiernos recibieron poderes excepcionales.
Con el paso del tiempo, el desarrollo de la industria bélica en países como Inglaterra y Francia dio paso a economías programadas, centralizadas y organizadas  por el Estado. Sin embargo, la pobreza, el hambre, la autocracia del Zar Nicolas II llevaron a Rusia al colapso.
El Zar estaba a cargo del Ejército ruso desde 1915. Todas las derrotas pesaban sobre sus espaldas. En febrero de 1917, sus tropas dejaron de obedecerlo y debió abdicar.
Dos Gobiernos Provisorios fracasaron en llevar adelante la reforma agraria y en modernizar la economía rusa. En octubre de 1917, Lenin, al mando de los bolcheviques, tardo diez días en tomar el gobierno de Kerenski y en abolir la propiedad privada.

Con grandes pérdidas de territorio para el Imperio Ruso, Lenin firmó la Paz con Alemania en 1918. La Rusia soviética cayó en la terrible Guerra Civil de los blancos (mencheviques) y los rojos (bolcheviques) entre 1918 y 1921.
En 1922 se formó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Lenin murió en 1924. El poder dentro del Partido Comunista fue  heredado por Stalin.
La economía stalinista y sus políticas serían de suma importancia en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y en la posterior Guerra Fría.
Lía Olga Herrera Soto


viernes, 5 de mayo de 2017

Batalla del Marne

La Primera Guerra Mundial se divide en diversas etapas. En la primera etapa de la “Gran Guerra” los historiadores hablan de una serie de batallas de fronteras siendo la más sangrienta de ellas la batalla del Marne.

Desde finales de 1914 a inicios de 1915 la Entente , Rusia, Reino Unido y Francia, y las Potencias Centrales, Austria y Alemania , se enfrentaron en  los territorios de  Francia y Bélgica. Como explique con anterioridad el 20 de agosto de 1914 las tropas alemanas tomaron Bruselas. Los belgas se replegaron en el puerto de Amberes dando a los franceses  tiempo de movilizarse en el oeste. 


El representante del  Estado Mayor alemán era Helmuth  Moltke . Trasladó varias divisiones alemanas hacia el frente oriental para frenar la contraofensiva rusa.
El gobernador militar de la Ciudad Luz, Joseph  Gallieni, recibió la orden de luchar a muerte defendiendo cada calle. Sin embargo, ante la heroicidad de los belgas, detallada por el Profesor Ramón Melgar en su libro “La Democracia y la Guerra”, las tropas alemanas se detuvieron durante un tiempo esencial gracias al cual Paris fue salvada.
Mediante el reconocimiento aéreo los franceses supieron que podían atacar el flanco del ejército alemán con los hombres disponibles en Paris. Gallieni envió sus reservas contra los teutones el 5 de septiembre y lograron hacerlos retroceder.

El 7 de septiembre franceses e ingleses abrieron distintas cuñas en las tropas alemanes, quienes se reagruparon con grandes pérdidas humanas. El 9 de septiembre los ingleses, apoyados por dos cuerpos del ejército frances  lograron atravesar el río Marne desde el sur. Moltke aceptó la derrota sin saber realmente lo que acontecía en el frente de batalla, razón por la cual el estado Mayor alemán lo reemplazó por Erich Falkenhayn. La Entente conservó los puertos del Atlántico al fracasar el plan Schlieffen lo cual favoreció el desembarco de los refuerzos británicos.
Cuatro días después  las trincheras prevalecían en el frente occidental impidiendo el paso de las tropas del  Káiser.  Un millón de soldados franceses y unos  125.000 soldados británicos combatieron ante 1.200.000 soldados alemanes.
Los dos bandos y sus miles de kilómetros de túneles  habían parido la llamada “picadora de carne”. Los soldados lo sabían. Las familias de los soldados comenzaron a recibir miles de telegramas con mensajes que no deseaban ver. Millones de personas murieron durante la Gran Guerra y los Altos Mandos  continuaban “sin novedades en el Frente”.

Lía Olga Herrera Soto

viernes, 28 de abril de 2017

Los Hombres de la Gran Guerra


Helmuth Moltke era el responsable de Estado Mayor Alemán en el año 1914. Contaba con un ejército de cinco millones de Hombres, mientras que, los franceses contaban con cuatro millones, unos miles de belgas y cien mil ingleses. 
Por esta causa en 1916, Inglaterra estuvo obligada por las circunstancias a aprobar el alistamiento obligatorio de sus jóvenes. 

El plan Schlieffen, ideado por Alemania en 1905, falló.  Este plan  consistía en asegurar el avance del Reich a través de Bélgica para invadir Francia. 
Una vez en Francia, las tropas alemanas ocuparían todos los puertos del norte desde el Havre hasta Dunkerque. El golpe de gracia sería virar hacia Paris.

La realidad fue más amarga que los Delirios de Grandeza. Con pérdidas inimaginables hasta la Gran Guerra un ejército pequeño en nombre del rey belga Alberto I defendió Lieja durante once largos y sangrientos días.  El general alemán Erich Ludendorff no podía creerlo.
Cuando el 20 de agosto los alemanes tomaron Bruselas, los belgas se replegaron en el puerto de Amberes  dando a los franceses  tiempo de movilizarse en el oeste.
Obligaron así a  Moltke a trasladar varias divisiones hacia el frente oriental donde los rusos centraban su contraofensiva.
Ante la heroicidad de los belgas, tan rescatada por el Profesor Ramón Melgar en su obra “La Democracia y la Guerra”, las tropas alemanas se detuvieron y Paris fue salvada.
Mientras tanto, el mariscal Joseph J. Joffre ordenaba la retirada estratégica hacia el río Marne y el gobierno francés se parapetaba en Burdeos. Para Horror de la Humanidad la batalla del Marne estaba comenzando.

Lía Olga Herrera Soto

Los frentes de batalla de la Gran Guerra

La Gran Guerra fue el nombre que historiadores, periodistas y sobrevivientes dieron en su momento a la Primera Guerra Mundial. En el mes de agosto de 1914, la Gran Guerra se combatía en tres frentes distintos.


Los ejércitos rusos estaban desplegados desde el mar Báltico hasta la frontera de Rumania, mientras que, el ejército serbio tomaba distintas posiciones ubicadas a lo largo del Save hasta el Danubio mismo.
Las tropas francesas estaban apoyadas por las tropas  belgas e inglesas. Estas tropas se ubicaban a lo largo de una amplia línea de batalla. Este frente de combate se extendió desde Suiza hasta el mar del Norte. Se lo conoció como la “picadora de carne” debido a la magnitud de la Mortandad que generó a lo largo del conflicto bélico. 
Las Potencias Centrales integraron la Triple Alianza.  La Triple Alianza se conformó por Alemania, Italia y el Imperio austro húngaro. 

Estas Potencias Centrales luchaban en dos frentes: en el este combatían contra serbios y rusos y en el oeste contra franceses, ingleses y belgas.
Las tropas alemanas, invasoras de Bélgica, utilizaron a los civiles como escudos humanos en su avance hacia el sudoeste. Además, tomaron  poblaciones civiles de Bélgica y Francia como mano de obra esclava.
Al inicio de la guerra las tropas austrohúngaras destruyeron la Universidad de Belgrado, acusada de ser la cuna de la Organización Secreta Mano Negra.
Recordemos que Mano Negra fue ejecutora del archiduque Francisco Fernando y de su esposa Sofía. Estos dos magnicidios detonaron la Primera Guerra Mundial.
Los austrohúngaros  asesinaron a millares de civiles porque no deseaban entregar su Libertad y opusieron toda la  Resistencia posible a las Potencias Centrales entre los meses de agosto y septiembre de 1914.
La antesala del Infierno ya había sido cruzada pero la Humanidad no quería saberlo.

Lía Olga Herrera Soto

viernes, 21 de abril de 2017

Las Gran Guerra y los Objetores de Conciencia

Cualquier “Exterminio” para poder ser llevado a cabo necesita dos o tres requisitos. El primer requisito es que exista un victimario. Puede ser cualquier pueblo o etnia que se cree mejor que los demás y es capaz de buscar la supremacía quitando a los Otros su Humanidad, de lo contrario la “Exterminación”  no podría realizarse.
El segundo requisito es que exista una “victima propicia”. De esta manera nombró a las etnias, pueblos o comunidades que son minoritarias en un territorio determinado. Han convivido desde siempre con sus agresores y sencillamente “no pueden creer” que sus vecinos de un momento a otro los ataquen. 
Un caso conmovió en mi adolescencia. Es el de un amigo armenio de mi Abuelo Pappo. Mi Madre nos presentó quince años después de la muerte de mi Abuelo. Este Hombre me contó como mi familia ayudo a la suya dándole trabajo. Fue en la época en que mi Abuelo Grande Ramón -  así llamamos nosotros a mi Bisabuelo -  tenía una panadería en el barrio de Flores, en Buenos Aires.
El “Abuelo” de ese Señor, cuyo nombre preservaré en los medios, escapó de su pueblo en Turquía porque soñó que tanto Él como su familia eran víctimas de un “Pogrom”. Menos de cuatro meses después los Turcos masacraron a los Armenios con los que habían convivido tanto tiempo.
Cuando esa familia se fue de Turquía sus vecinos los tildaron de “locos” y de “mentirosos”. Seguramente había señales de “Peligro” pero nadie quería o pocos estaban preparados para verlas.
Para que suceda un exterminio, a mi manera de ver, se necesita un tercer requisito y es que acontezca, un proceso de radicalización en el cual se “odia tanto al otro” que se reemplaza su Humanidad.
Hitler, por ejemplo, lavaba el cerebro de las personas. Les decía a los niños de cuatro o cinco años mentiras aberrantes como que los judíos eran alimañas. Estas mentiras, dichas a conciencia por la propaganda nazi, buscaron despersonalizar a las víctimas. Esperaban que los niñitos alemanes fueran capaces de asesinar un día a sus vecinos. No es fácil asesinar a un Ser Humano, pero, si convencen a las masas de que los Humanos han dejado de serlo se obtiene al ‘agresor perfecto’.
En la Primera Guerra Mundial los objetores de conciencia fueron muchos. Los Imperios tenían propagandas, sin embargo, la religión era aún poderosa e impedía matar.
Británicos, franceses y alemanes fueron recluidos en la cárcel. Se los amenazó con el paredón y el pelotón de fusilamiento. Muchos desistieron o fueron fusilados mientras muchos otros fueron al frente de batalla.
Escasos objetores de conciencia permanecieron en prisión y sufrieron el rechazo de sus amigos y familiares. A las Mujeres no nos escucharon. Los Idiotas nunca escuchan a la Mujeres. ¡Será de Dios! Los Trabajadores pertenecientes a la Internacional Socialista vieron venir el desastre. Advirtieron sobre los horrores de la Guerra. Desgraciadamente, los partidos socialistas de cada país fueron débiles. Perdieron a sus partidarios en la lucha cuerpo a cuerpo con el ‘Nacionalismo Imperialista’.
Los que participamos en la marcha contra la invasión a Irak a principios del Siglo XXI, queríamos evitar una lucha fraticida, la radicalización en USA que puso a Trump en la Casa Blanca tantos años después de ese terrible 11 de septiembre y la radicalización de grupos islamitas que dio al mundo esa Oscuridad llamada Isis.
En mi caso particular fui muy insultada en lo personal por apoyar la invasión a Afganistán porque rechazaba la de Irak. Afortunadamente, escribía yo con seudónimo en aquellos años. Mi Padre no fue insultado por ellos ¿Cómo oponerse en Afganistán? Bin Laden estaba alllí y debía ser detenido.
Nadie debe desmerecer el Valor y el Coraje de los Soldados de USA que Lucharon y Luchan contra el Talibán. Sería igual que criticar a los Belgas por defender sus ciudades cuando Alemania las Invadió para atacar a Francia en 1914. Eso es lo peor de la Guerra. Tarde o temprano tu Nación y  Tú tienen que defenderse para evitar ser una ‘víctima propicia’.
Tal vez Isis lleve al Planeta a una Guerra Total. Tal vez esa Guerra destruya países enteros por tierra, aire y agua. ¿Quién puede saberlo a ciencia cierta? No veo en Trump a un Roosevelt, así que le pido a Dios que no suceda. Desearía que los Vientos de Guerra golpeando mi rostro y mi alma  solo fuesen una propaganda, una pompa de jabón porque las víctimas no vuelven a casa y seamos sinceros, en nuestra condición de civiles, las víctimas siempre somos nosotros.

Lía Olga Herrera Soto

viernes, 7 de abril de 2017

La Gran Guerra II: El Acecho de la Muerte

El archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio austrohúngaro y su esposa Sofía, a la que muchas personas consideraban una Santa, abandonaron el Ayuntamiento de Sarajevo. Viajaban rumbo al hospital de la ciudad en el cual varios heridos se recuperaban de un atentado perpetuado horas antes.
En su momento, se dijo que el automóvil guía de la caravana equivoco el rumbo, por lo cual, toda la comitiva se paralizó en donde Gavrilo Prinzip esperaba noticias de sus compañeros.
Era miembro de la llamada Mano Negra, sociedad secreta empeñada en fundar la Gran Serbia, constituyendo así, la nación de todos los eslavos bajo el dominio de los Habsburgo.
Los disparos de Prinzip acabaron con la Edad de la Seguridad tal como llamaron a la Belle Epoque los escritores Sandor Marai y Stefan Zweig.
El 28 de julio de 1914, Austria declaró la guerra a Serbia. Al día de hoy sabemos que, el alma del atentado fue el responsable del Servicio de Información serbio, Dragutín Dimitrijevic.
El Zar Nicolás II, comprometido en la defensa de la nación balcánica, decidió intervenir en el conflicto. Al día de hoy sabemos que, Alemania alimentó el fervor guerrero austriaco para poder enfrentar a la Madre Rusia cuyo sitio de superpotencia apetecía.
El Káiser, influido por su Estado Mayor, decidió atacar a Francia y a Rusia.  Estos buenos muchachos -  buenos para nada - pensaban que el Zar Nicolás no podría movilizar sus tropas con la rapidez requerida por el caso.
Quisieron derrotar a los franceses haciendo uso del Plan Schlieffen, elaborado en 1905, mediante el cual Francia sería invadida a través de  Bélgica, en ese momento un país neutral.  Pensaban los alemanes que si se ocupaba Francia rápidamente, Rusia no podría movilizar las tropas necesarias para salvarla.
Por tratados preexistentes, Gran Bretaña es garante de la independencia Bélgica hasta el día de hoy. La Invasión de Bélgica provocó el ingreso de Gran Bretaña a la Primera Guerra Mundial. El acecho de la Muerte se hizo real para la vieja Europa.
Lía Olga Herrera Soto






viernes, 31 de marzo de 2017

La Gran Guerra : El Contexto Mundial

Se conoció como la Gran Guerra. Sobre Ella se dijo tantas cosas. Sin duda sería la Última Gran Guerra mediante la cual, la Humanidad se desprendería de lo malo, purificada por el fuego, y no soportaría el horror nunca más.
La Primera Guerra Mundial nació pensada como un conflicto de corta duración. Las potencia europeas, en un magnánimo acto de estupidez, enviaron a sus hijos al conflicto: Cantando!!!
Años antes, 1905 y 1912 respectivamente, la Humanidad estuvo al borde del precipicio, escapando casi milagrosamente. A inicios del siglo XX, Gran Bretaña, Alemania y Francia habían llevado adelante con éxito su proceso de  industrialización, mientras que, la economía de los otros países europeos continuaba siendo agraria.
Las Potencias centrales eran Alemania, Italia y el Imperio austro-húngaro. Juntas conformaron la Triple Alianza.  Estas potencias estaban en jaque por  su diversidad cultural, religiosa y lingüística, bajo fuego a su vez, a  causa de la injusticia social, el autoritarismo y el surgimiento del nacionalismo.
Rusia, Francia y Gran Bretaña supieron resolver las disputas coloniales en su momento. Lo cual resulto un desastre para los pueblos de Asia y Africa bajo su dominio. Ante la existencia de la Triple Alianza respondieron conformando la llamada Triple Entente.
El 28 de junio de 1914, el heredero del Imperio austrohúngaro y su esposa  fueron asesinado por Gavrilo Prinzip, un miembro serbio- bosnio de la sociedad secreta Mano Negra.
El archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía  murieron durante su visita a Sarajevo en un atentado orquestado desde las sombras por Dragutín Dimitrijevic, responsable del Servicio de Información serbio.
Los disparos de Prinzip querían facilitar la creación de la Gran Serbia. Buscaban unir a todas las poblaciones eslavas, sometidas al poder de los Habsburgo en una misma nación.
Para algunos historiadores el Siglo XX inició con la Primera Guerra Mundial en 1914, mientras que, para otros historiadores, el inicio de la centuria está marcado por la Revolución Rusa en 1917. Sea un suceso u otro cada lector debe sacar sus propias conclusiones.
La única verdad es que la arrogancia y la estupidez sumadas a la incapacidad política, las alianzas y los pactos hundieron a la Humanidad en una Guerra por tierra, aire y mar con el terrible saldo de veinte millones de personas muertas y heridas.
Lía Olga Herrera Soto