En la serie Grandes Novelistas de EMECE EDITORES, encontramos la
entrañable obra de Rosamunde Pilcher, una
escritora fundamentalmente humana.
Vamos!!!! Recuerden que puedo leer y recomendar a Gogol, a Tolstoy,
a Dostoyevski y a Pilcher sin ruborizarme.
Rosamunde Pilcher es admirable desde el punto de vista
profesional como desde el punto de vista personal. Ha sido siempre una mujer
comprometida con su tiempo y circunstancia.
Durante la Segunda Guerra Mundial Rosamunde trabajó en
el Foreign Office y fue parte de del servicio femenino de la Royal Navy en Portsmouth y Ceilán.
Su primer cuento se publicó
cuando Rosamunde tenía tan solo dieciocho años de edad. Pero, fue su libro Volver a casa, el que se hizo
imprescindible. Me conmovió mucho. Inició en mi y en otros cientos de miles
de personas la necesidad de leerla.
Sobre Ella escribió The York
Times: “Apenas se termina una obra de
Rosamunde Pilcher se está listo para otra”.
Si usted es hombre es muy posible que no le guste el sentimentalismo.
Mi Madre me crio a base de leche, música y melodramas. Estoy en la vida para
leer libros tan hermosos como los escritos por Rosamunde Pilcher.
Luego de la Guerra, Rosamunde se casó y regreso a su Escocia natal. Vivió cerca de
Dundee. Tuvo cuatro hijos y nueve nietos. Festejo sus setenta años con la
publicación de una encantadora novela.
Sus heroínas fueron llevadas
al cine y a la televisión con gracia y sensibilidad por actrices de la talla de
Jacqueline Bisset.
Recuerdo en estos momentos a uno de sus personajes masculinos. Era
un empobrecido noble, devenido artesano. Ese hombre sufría mucho. No soportaba
haber luchado en la guerra de las Falklands, en las Argentinas islas Malvinas,
diría yo.
Este hombre había perdido a
sus subalternos en las islas Malvinas. En el libro que leí, hablaba mal de los
Generales argentinos, y cuando hablaba de los soldados hacía una
diferenciación.
Perdieron como nosotros,
decía de los jóvenes soldados que fueron a la guerra engañados por los
genocidas de la última dictadura militar de Argentina.- Tenían una vida
brillante por delante y la perdieron como nuestros muchachos.
Sus personajes son así de claros, dueños de un pacifismo y una
humanidad simple, propios de la vida cotidiana. Esa es la grandeza de Rosamunde
Pilcher. Los hombres aún no la entienden. . .
Lía Olga Herrera Soto
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