Chateaubriand se vio forzado a exiliarse en Londres, por la derrota de su ejercito sufrida en
el año 1792, donde permanecería siete años. Durante
el Reinado
del Terror, se inspiró para escribir, Essai historique sur les Révolutions de 1797.
En esos años obtuvó fama y respeto entre los emigrados franceses. Se
ganó la vida gracia a los ingresos producidos por sus publicaciones y las
clases de francés que impartía entre la clase ociosa británica.
En 1802 adquirió una fama importantísima con El genio del cristianismo (Le Génie du Christianisme), una apología de
la fe cristiana coincidente
con el renacimiento religioso ocurrido en Francia al terminar
la Revolución.
Chateaubriand se convirtió en uno más de los admiradores de Napoleón,
con
quien llegó a discutir sobre la política exterior del Imperio y de la campaña militares, llevada a cabo
en Egipto.
La restauración del estado confesional a causa de la firma del Concordato con la Santa Sede, en el año 1801, permitió a Chateaubriand creer que, se restauraba el orden anterior a la
Revolución.
Napoleón le designó secretario de la delegación en Roma y después Ministro de Francia en Le
Valais.
Este último cargo no fue aceptado por el Vizconde debido a la
ejecución del duque de Enghien en 1804.
Una vez distanciado del poder Chateaubriand viajó, por Francia
primero
y, después, realizó un largo periplo que lo llevó a Grecia, Jerusalén, el norte de África y España.
Dicen los expertos en su Vida y en su obra que: “Volvió a su tierra más convencido que nunca
de su condena a la tiranía del emperador, en un giro que lo había llevado desde
el realismo más trasnochado hacia posiciones cercanas al liberalismo”.
Escribió un articulo en Le Mercure de France. Napoleón se sintió atacado y traicionado por
el Vizconde, que debió refugiarse en su residencia de la Vallée-aux-Loups, en las cercanías
de París. En dicho refugio escribió las crónicas de sus viajes en Itinéraire de Paris à Jérusalem en 1811.
Fue en 1811 cuando Chateaubriand fue elegido miembro de la Academia Francesa, en donde criticó
el legado de la Revolución Francesa. Así, volvió a enfurecer a Napoleón.
No
tuvo miedo y se pusó a escribir, en 1814, volvió a lanzar sus dardos contra el
“Emperador” en su obra De
Bonaparte et des Bourbons.
Después de la Caída del Imperio, Chateaubriand volvió a la
política y sus opiniones ultramonárquicas le proporcionaron múltiples enemigos. “En el
gobierno de los Cien Días fue Ministro de Estado y se convirtió en par de Francia. En esta cámara, votó la pena de
muerte para el mariscal Ney en
diciembre de 1815”.
Cuando Napoleón regresó desde la isla de Elba, Chateaubriand solicitó a Luis
XVIII que permaneciera en el trono para enfentar a Napoleón, pero aquel huyó
a Gante y, con él,
Chateaubriand.
Lía Olga Herrera Soto
No hay comentarios.:
Publicar un comentario