Una
caja de libros,
con
la cara mirándome.
La
casa, ausente.
El
Álamo seco.
Me
dispongo a leer,
a contar, a
decir . . .
Querido
Haroldo
Siempre
Presente,
Un
Hijo de tu Álamo
florece
en mi ventana.
Lía Olga Herrera Soto
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