la herida de la pena.
Clavadas en su pecho,
iban la Espina y la Estrella.
Dicen que caminaba a ciegas...
Sintió el más cruel de los fríos,
un horrendo frío de Ausencia,
y no veía la Luna fatalmente bella.
Con caminar muy lento marchaba
por esos caminos de piedra.
se le achicó el Corazón de Espera.
Lía Olga Herrera Soto
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