viernes, 30 de octubre de 2015

Halloween, una oportunidad para acercarse a los hijos

Halloween es una expresión inglesa “All Hallows’ Even”. Significa “Víspera de todos los Santos”. Es una fiesta en franca expansión, ya que, gracias a la globalización se festeja cada vez más en países no anglosajones.
Su origen es el Samhain, celebración celta del final de la temporada de cosechas. Era una especie de Año Nuevo.
Cuentan los días del tiempo que: “Los antiguos celtas creían que la línea que une a este mundo con el Otro Mundo se estrechaba con la llegada del Samhain, permitiendo a los espíritus (tanto benévolos como malévolos) pasar a través.  Los ancestros familiares eran invitados y homenajeados mientras que los espíritus dañinos eran alejados,  (…) el uso de trajes y máscaras se debe a la necesidad de ahuyentar a los espíritus malignos”.
La necesidad de disfrazarse tiene que ver con la utilización de algún tipo de camuflaje, para que despistados, los espíritus malignos no nos dañen.
En cada país se festeja de distinta manera. En los barrios elegantes de Buenos Aires se hacen Fiestas Increíbles, mientras que, en los barrios petiteros del conurbano ya puede verse a los niños disfrazados ir a buscar dulces en casas de amigos y allegados de sus familias.
La desconfianza ante el avance de la droga en nuestra sociedad nos ha vuelto muy prudentes sobre a quién le piden nuestros niños y niñas los dulces y a quién no. Así las criaturas visitan  dos o tres casas que pertenecer a familias que gozan de nuestra absoluta confianza y para de contar.
El problema y el descontrol lo viven muchos adolescentes en los bailes del conurbano bonaerense. Si demasiados jovencitos se desatan en casi todas las previas, de casi todos los fines de semana del año: ¿Saben lo triste que es ver como vuelven a sus casas desde las discos después de festejar  Halloween?
En el  90 por ciento de los locales no se vende alcohol a los menores de edad. Así que, los menores convencen a un chico o a una chica mayor de edad para que le compren el alcohol. La desatención de los padres siempre empeora el problema. Por tal motivo, toda fiesta, especialmente  Halloween, debe ser una oportunidad para los padres y  docentes que deseen acercarse a nuestros jóvenes para conocerlos  mejor, para guiarlos, para ayudarles a cuidarse y a cuidar al Otro.
No son estos tiempos para dejar solos a nuestros muchachos y muchachas. Hablen con ellos. Las primeras veces nos van a sacar corriendo, pero a la larga, vendrán a hablarnos si saben que queremos escuchar lo que ellos tienen que decir.

Lía Olga Herrera Soto

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